lunes, 4 de enero de 2010



Entrevista al escritor uruguayo Eduardo Galeano
“América Latina está exorcizando la cultura de la impotencia”
Ana Delicado

El escritor y periodista uruguayo Eduardo Galeano se consagró hace casi 40 años con el libro Las venas abiertas de América Latina, la obra que el presidente venezolano, Hugo Chávez, escogió para regalarle a su homólogo estadounidense, Barack Obama. Pero la fascinación que Galeano despierta perdura hasta hoy. Un testimonio cotidiano de esa admiración: durante la entrevista, que se realiza en un café de Buenos Aires, un hombre se acercó con discreción con su hija y se sentó en una mesa cercana para poder escucharle. Su último libro, Espejos, habla de un mundo contradictorio que tiene miedo de mirarse, y de reconocerse.


¿Cómo define América Latina?
Es una tierra de encuentros de muchas diversidades: de cultura, religiones, tradiciones, y también de miedos e impotencia. Somos diversos en la esperanza y en la desesperación.


¿Cómo incide esa variedad en el presente?
En estos últimos años hay un proceso de renacimiento latinoamericano en el que estas tierras del mundo comienzan a descubrirse a sí mismas en toda su diversidad. El llamado descubrimiento de América fue, en realidad, un encubrimiento de la realidad diversa. Este es el arcoiris terrestre, que ha sido mutilado por unos cuantos siglos de racismo, de machismo y de militarismo. Nos han dejado ciegos de nosotros mismos. Es necesario recuperar la diversidad para celebrar el hecho de que somos más que lo que nos dijeron que somos.


¿Esa diversidad puede ser un impedimento para la integración?
Creo que no. Toda unidad fundada en la unanimidad es una falsa unidad que no tiene destino. La única unidad digna de fe es la unidad que existe en la diversidad y en la contradicción de sus partes. Hay una triste herencia del estalinismo y eso que llamaron socialismo real a lo largo del siglo XX que ha traicionado la esperanza de millones de personas justamente porque impuso ese criterio, el de que la unidad es la unanimidad. Se confundió así la política con la religión. Se aplicaron criterios que eran habituales en los tiempos de la Santa Inquisición, cuando toda divergencia era una herejía digna de castigo. Eso es una negación de la vida. Es una suerte de ceguera que te impide moverte porque el motor de la historia humana es la contradicción.


¿La diversidad puede establecer caminos de vida irreconciliables?
No siempre. En cualquier caso, no hay que tenerle miedo a la verdad de la vida. Hay que celebrarla, porque lo mejor que tiene la vida es su diversidad. El sistema que domina el planeta nos propone una opción muy clara. Hay que elegir, a ver si querés morirte de hambre o de aburrimiento. Yo no me quiero morir de ninguna de las dos. El sistema dominante de hoy nos impone una verdad única, una única voz, la dictadura del pensamiento único que niega la diversidad de la vida y que por lo tanto la encoge, la reduce a la casi nada. Lo mejor que el mundo tiene está en la cantidad de mundos que él alberga, y eso vale a su vez para América Latina. Lo mejor de ella es la cantidad de Américas que contiene.


Hablaba de un redescubrimiento latinomericano. ¿Un ejemplo?
Bolivia, con Evo Morales, ha redescubierto su diversidad con mucha dignidad y con el orgullo de decir: “Somos diversos, y somos indígenas. Pero no sólo indígenas. Somos diversos”. Claro que Bolivia es un país como Paraguay, y hasta cierto punto Uruguay, sometido en cierta medida al peso avasallante de los vecinos grandes, y sobre todo de Brasil, que hoy por hoy se opone a que en el Banco del Sur cada país tenga un voto.


¿Cuál es la fuerza de ese proyecto?
El Banco del Sur es la base financiera de la unidad latinoamericana, un proyecto de Chávez, por cierto. Nace como una respuesta a la dictadura financiera del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, en donde no rige el sistema de “un país, un voto”. Los votos dependen del capital invertido: tanto dinero, tantos votos, de modo que el Fondo está dirigido por cinco países, y el Banco por ocho, aunque uno se llame Mundial y el otro Internacional.


¿Se puede recuperar un funcionamiento democrático?
Es muy difícil, por la sencilla razón de que la democracia ha sido más formal que real en los procesos históricos latinoamericanos; y en las democracias, para que lo sean de verdad, no tienen que regir relaciones verticales o jerárquicas, donde hay un mandón y un mandado. Tienen que ser horizontales, solidarias, entre iguales capaces de respetarse y reconocerse, porque la verdad es que no nos conocemos. Tenemos que conocernos para empezar a reconocernos, para saber todo lo que podemos aprender del otro. Desde la conquista española hemos sido entrenados por imperios sucesivos para la ignorancia mutua, para el divorcio y el odio mutuo. La especialidad latinoamericana es la guerra de vecinos.


Brasil puede argumentar que, puesto que es más grande, debe tener más voz.
Eso parte de la base de que la grandeza coincide con lo grandote. Mi experiencia me enseñado que la grandeza no habita lo grandote. Está escondida en la gente anónima, en el día a día que parece insignificante e indigno de atención. Lo grandote suele ser muy mezquino y de alma chiquita. No quiero decir que Brasil tenga alma chiquita, pero no hay que confundir dónde está la grandeza brasileña, que reside en alguna de sus gentes peor tratadas.

¿Héroes anónimos?
En una charla me preguntaron cuál era mi héroe preferido. Yo dije: “El día que me iba al aeropuerto para iniciar este viaje tomé un taxi, y estuve conversando con el conductor. El taxista trabajaba en el taxi entre 10 y 12 horas, pero después tenía otro empleo. Dormía entre tres y cuatro horas por día para dar de comer a sus hijos. Para él no existían los domingos, ni se acordaba de qué eran”. Ese es mi héroe preferido.

Decía antes que el motor de la historia humana es la contradicción. ¿Cree que hay contradicciones dañinas?
No tiene por qué ser así. Toda contradicción es una señal de movimiento. Lo que sí hay son injusticias objetivamente dañinas. En América Latina, el abismo que separa a los que tienen de los que necesitan, a la minoría dominante de la mayoría dominada, es cada vez mayor. Esta es una región desigual en un mundo cada vez más injusto, donde los hambrientos superan los 1.000 millones de personas.


¿Observa hoy día un cambio significativo en América Latina?
Sí. Está ocurriendo algo muy lindo, que es una suerte de exorcismo colectivo de los viejos demonios. Y de algunos nuevos también. Uno de los que dejó la herencia colonial fue la cultura de la impotencia, que te mete la idea en la cabeza de que “no se puede”. Y eso vale para los países pobres y para los ricos. Porque Venezuela es un país objetivamente rico, tiene petróleo, pero tiene metido adentro ese concepto de la impotencia contra el que ahora se intenta luchar. Es difícil, porque la cultura del petróleo te entrena para comprar y no para crear.

¿Qué quiere decir?
Te entrenan con la idea de que no hay que tomarse el trabajo de crear las cosas si se las puede consumir comprando. Es la cultura de consumo, no de creación. Nace de la cultura de la impotencia, que es la peor de las herencias coloniales. Te enseña a no pensar con tu cabeza, a no sentir con tu propio corazón, y a no moverte con tus propias piernas. Te entrena para andar en silla de ruedas, para repetir ideas ajenas y para experimentar emociones que no son las tuyas.

¿Son diferentes las izquierdas de América Latina?
Hay de todo, por suerte, justamente porque somos diversos. Por eso es muy injusto generalizar, sobre todo cuando la generalización proviene de miradas ajenas, que miran juzgándote, y juzgándote te condenan. Hay un complejo de superioridad que tienen los países dominantes en el mundo, que se sienten en condiciones de obligar a los demás a rendir exámenes de la democracia, que son los grandes maestros para decidir quién es demócrata y quién no, qué procesos están bien y cuáles están mal. Y cuando esos profesores de democracia vienen a juzgarnos, a mirarnos desde afuera y a condenarnos de antemano, están ejerciendo un derecho de propiedad que es uno de los derechos más repugnantes de todos.

¿Qué diferencia hay entre los presidentes de Venezuela, Ecuador y Bolivia?
Muchas, porque son expresiones de tres países diferentes. La lista de diferencias es interminable. Pero no es tan interminable la lista de las coincidencias de países que están buscando caminos de liberación después de siglos de opresión y de negación de sí mismos. Son experiencias diferentes de tres países que deciden dejar de escupirse al espejo, dejar de odiar su propia imagen, dejarse de mirar con los ojos de los que los desprecian.

¿Qué papel cumple Brasil en esto?
Uno muy importante, pero el problema es la tentación de una palabra abominable: el liderazgo. Todos los países se atribuyen la intención de ejercerlo y esto genera relaciones contaminadas por el orden jerárquico que niega la igualdad de derechos. Yo no quiero que nadie sea mi líder. No quiero mandar ni ser mandado. No nací para obedecer. Nací para ejercer mi libertad de conciencia. No puedo aceptar la idea de que entre las personas o entre los países haya conductores o conducidos. Hay que ir hacia una sociedad de veras libre.

¿Qué opina de la reelección presidencial?
No me gusta mucho, porque implica cierto apego al poder y eso no es aconsejable en ningún ámbito. El poder en sí, aunque sea un poderito, envenena bastante el alma. Sé que hay que ejercerlo, pero sabiendo que es peligroso. El poder genera monarquías, poderes absolutos, voces que sólo escuchan sus propios ecos incapaces de escuchar otras voces.

¿De dónde procede ese intento de perpetuarse en el liderazgo?
En Europa esto lo atribuyen a la herencia del caudillismo en América Latina, al subdesarrollo, a la ignorancia, a nuestra tendencia al populismo y a la demagogia. Pero hay que asomarse a la historia de los países dominantes para ver hasta qué punto ellos han estado sometidos a la voluntad, por ejemplo, de un tipo complemente loco como Hitler. Es inverosímil: en el país más culto de Europa, millones de personas lo aclamaban. Y los líderes de ahora, ¿qué tienen que venir a enseñarnos? Uruguay tiene una democracia más antigua que la mayoría de los países europeos. Y en materia de derechos humanos, conquistó antes que Estados Unidos y que muchos países europeos la jornada laboral de ocho horas, el derecho al divorcio, y la educación gratuita y obligatoria.

¿Por qué no hay apenas relación entre América Latina y África?
Es un escándalo. Eso proviene del sistema educativo y de los medios de la comunicación. En la mayoría de países de América Latina hay una influencia africana enorme: en la cocina, el deporte, el lenguaje, el arte. Y sin embargo nosotros, de África, no sabemos nada.

¿Por qué?
Por racismo. Sabemos lo que nuestros amos de siglo en siglo han querido que supiéramos, y de nosotros ignoramos casi todo porque a ellos les convenía. Por ejemplo, no les convenía que supiéramos que aquellos esclavos que llegaron de África cargados como cosas traían sus dioses, sus culturas. De todos modos, el desvínculo con África que nació del racismo y la explotación esclava no es latinoamericano, sino de todas las Américas. Por eso me pareció digna de celebración la elección de Obama, aunque luego lo que ha hecho no me convence demasiado.

¿Qué representa Obama?
Uno de mis maestros, don Carlos Quijano, solía decir: “Todos los pecados tienen redención. Todos menos uno. Es imperdonable pecar contra la esperanza”. Con el tiempo aprendí cuánta razón tenía. Lamentablemente, Obama está pecando contra la esperanza que él mismo supo despertar, en su país y en el mundo. Aumentó los gastos de guerra, que ahora devoran la mitad de su presupuesto. ¿Defensa contra quién, en un país invadido por nadie, que ha invadido y sigue invadiendo a casi todos los demás? Y, para colmo, ese chiste de mal gusto de recibir el Nobel de la Paz pronunciando un elogio de la guerra.

¿Cuáles son, en su opinión, los miedos del siglo XXI?
El arte de narrar nació del miedo de morir. Está en Las mil y una noches. Cada noche, Sherezade iba cambiando un cuento por un nuevo día de vida. Pero también creo que el miedo de vivir es peor que el miedo de morir. Y me parece que el asunto, en este mundo y en este tiempo, es ese: el miedo de recordar, el miedo de ser, el miedo de cambiar. O sea: el miedo de vivir.

¿Ve un ejemplo de ese miedo en la Cumbre de Copenhague?
Los asesinos del planeta derraman de vez en cuando alguna lágrima, para que la platea sepa que también tienen su corazoncito
. Pero es puro teatro. Bien saben que los modelos de vida de hoy, que ellos imponen, son modelos de muerte. Me pregunto a qué planeta se mudarán estos elegidos del Señor cuando terminen de exprimir la Tierra hasta la última gota.

ENCUESTA GLOBAL CENSURADA...

Lunes 4 de enero de 2010
Sorprendente encuesta global censurada: el 74% del planeta rechaza el capitalismo neol

Nueve de cada diez chilenos reclama la intervención del Estado en la redistribución de la riqueza, mientras 84% desea someter a control al capitalismo de libre mercado que encarnan empresarios de extrema derecha como el candidato Sebastián Piñera. Una encuesta global encargada por la BBC de Londres a la investigadora internacional de opinión GlobeScan reveló en noviembre que el 91% de las personas consultadas en Chile desean que su gobierno asuma un rol más activo en redistribuir más uniformemente la riqueza, mientras 5% se inclina por un rol menos activo y 3% prefiere dejar las cosas como están.
Los resultados de la encuesta no se difundieron en los grandes medios de Chile ni América Latina durante la fanfarria del 9 de noviembre por el 20º aniversario de la caída del Muro de Berlín simplemente porque muestran un rechazo universal de 74% al capitalismo neoliberal contemporáneo. El dogma del libre mercado tal como existe hoy sólo tuvo 11% de aceptación entre 29.033 personas encuestadas en 27 países (1). Quienes muestran mayor adhesión al capitalismo “realmente existente” son los encuestados de EEUU (25%)… y Pakistán (21%).
Los latinoamericanos son los más partidarios de un papel activo del gobierno en el funcionamiento de la economía. En México, 92% apoya una mejor distribución de la riqueza, 91% en Chile y 89% en Brasil. Las proporciones más altas por ver más activos a los gobiernos en la regulación de los negocios se dieron en Brasil (87%), Chile (84%), Francia (76%), España (73%), China (71%) y Rusia (68%).

Datos de Chile
Según el reporte detallado por países (2), los chilenos lideran en el mundo la postura por un gobierno más activo en el control del capitalismo salvaje: 9 de cada 10 ciudadanos piden más acción gubernamental en la redistribución de la riqueza (en segundo lugar está México), mientras otro alto porcentaje reclama más actividad de regulación del gobierno (en segundo lugar está Brasil). Y un áspero tres cuartos del total de encuestados en Chile -otra vez entre los más altos del mundo- opina que debe haber más control y propiedad gubernamental sobre la industria.

- Casi la mitad (48%) está de acuerdo en declarar que el capitalismo de mercado libre tiene problemas que se requiere resolver con más regulación y reformas, pero el 20% cree que se necesita un sistema distinto y apenas 5% estima que el mercado libre es aceptable sin cambios.
- Un 72% de chilenos encuestados aprueba más control gubernamental de industrias importantes, mientras 11% quiere menos control y 9% prefiere el nivel actual.
- 91% opina que su gobierno debe tener un rol más activo en la distribución uniforme de la riqueza, solamente 5% apoya un papel menos activo y 3% prefiere el rol actual.
- 84% pide una mayor presencia del gobierno en la actividad reguladora del capitalismo, mientras 9% clama por un rol menor y 3% apoya el papel actual.
- 59% cree que el colapso de la Unión Soviética fue positivo, mientras 11% estima que fue malo y 30% no ofreció respuestas.

La investigación en 27 países incluyó sólo a 5 de América Latina y cuyos gobiernos fomentan el neoliberalismo: Brasil, Chile, Costa Rica, México y Panamá. El resultado cayó como un balde a agua fría sobre los propagandistas del capitalismo, porque fue diametralmente opuesto al de la misma consulta realizada también por GlobeScan en 2005 en 20 países, que arrojó una mayoría de 63% favorable al capitalismo como el mejor sistema posible. El sondeo no sirvió para inflar la "Fiesta de la Libertad" en Berlín, pero tampoco exhibieron nostalgia por el desaparecido “socialismo real”.

El estudio, diseñado y encargado por la BBC, fue realizado por GlobeScan y el Programa de Actitudes Políticas Internacionales (PIPA, por su sigla en inglés) de la Universidad de Maryland, cuyo personal asociado interrogó cara a cara o por teléfono -entre el 19 de junio y el 13 de octubre de 2009- a los 29.033 encuestados en Australia, Brasil, Canadá, Chile, China, Costa Rica, República Checa, Egipto, Francia, Alemania, India, Indonesia, Italia, Japón, Kenya, México, Nigeria, Paquistán, Panamá, Filipinas, Polonia, Rusia, España, Turquía, Ucrania, Reino Unido y EEUU. El margen de error por país oscila entre +/- 2,2% y 3,5%.

Adiós al capitalismo neoliberal
La encuesta destapó un aplastante rechazo de 74% al actual capitalismo neoliberal. El 51% opina que el sistema de mercado libre tiene problemas que podrían enderezarse sólo con regulación y reformas, mientras el 23% sostiene lisa y llanamente que el capitalismo está herido de muerte y se requiere un nuevo sistema económico, como opina desde un 43% en Francia, 38% en México, 35% en el Brasil, 31% en Ucrania y 20% en Chile. Las mayorías desean que sus gobiernos sean más activos en la posesión o control directo de industrias importantes en 15 de los 27 países. Esta visión es más frecuente en los ex estados soviéticos de Rusia (77%) y Ucrania (75%), pero también en Brasil (64%), Indonesia (65%) y Francia (57%).
Una mayoría promedio de 67% en todos los países quiere que los gobiernos redistribuyan más uniformemente la riqueza, pero esta postura alcanza un porcentaje mayor en 22 de los 27 países encuestados. En 17 países quieren ver al gobierno haciendo más por regular los negocios, con un promedio mundial de 56%. Un 22% estimó que el colapso de la URSS tuvo efectos negativos, mientras un promedio de 54% votó que fue bueno, pero esta opinión fue mayoritaria sólo en 15 de los 27 países, en tanto 24% mundial dijo no saber. Entre los países del extinto Pacto de Varsovia, el 61% de los rusos y 54% de los ucranianos creen que la desintegración de la URSS fue una cosa mala, en cambio, 80% de los polacos y casi 63% de los checos estiman lo contrario.
El presidente de GlobeScan, Doug Miller, admitió: “En apariencia, la caída del Muro de Berlín en 1989 pudo no haber sido la victoria final del capitalismo de mercado que pareció entonces, particularmente después de los acontecimientos de los últimos 12 meses”. Steven Kull, del PIPA, dijo: “Algunos aspectos del socialismo, tales como los esfuerzos del gobierno para igualar la riqueza, continúan atrayendo a mucha gente en todo el mundo”. En otras palabras, no hubo “fin de la historia”.

Resultados en detalle
Para los europeos, la desintegración de la URSS fue algo bueno, con una gran mayoría en Alemania (79%), Reino Unido (76%) y Francia (74%). En EEUU piensa lo mismo el 81%, igual que en naciones desarrolladas como Australia (73%) y Canadá (73%). Lejos del occidente desarrollado esta opinión es distinta: 7 de cada 10 egipcios (69%) piensa que la desintegración de la URSS fue lamentable. En la India, el 28% piensa que tuvo efectos negativos y el 26% la aplaude, en Kenia fue algo malo para el 28% y bueno para el 26% y en Indonesia, mala cosa para el 31% y algo bueno para el 28%. Empero, también es alto el porcentaje de quienes dicen no saber. En China, el 50% estima que la desintegración fue buena y 21% que fue mala.
A pesar de tener perspectivas similares en cuestiones clave, franceses y alemanes discrepan cuando se trata del capitalismo de mercado libre. En Francia, el 47% cree que los problemas del capitalismo se pueden solucionar con regulación y reformas, mientras casi otro tanto, 43%, cree que está fatalmente condenado. En Alemania, en cambio, hay muy poco apoyo (8%) para otro sistema económico, con 74% confiando aún en que los problemas del capitalismo de mercado libre pueden resolverse.
El apoyo más bajo (9%) para redistribuir la riqueza se dio en Turquía. La mayoría de quienes no apoyan un mayor papel del gobierno en la economía está en Paquistán (66%), Polonia (61%), la India (60%) y EEUU (59%). Sólo en Turquía una mayoría (71%) piensa que el gobierno debe hacer menos por regular los negocios, pero también hay una oposición importante en Filipinas (47% se opone), Paquistán (36%), Nigeria (32%) e India (29%). La propiedad o el control directo del Estado sobre las industrias resultó con más oposición en EEUU (52%), Alemania (50%), Turquía (71%) y Filipinas (54%).

Demás resultados de América Latina
Brasil es el país en que una aplastante mayoría (87%) reclamó un papel más activo del gobierno en la actividad regulatoria. También tiene la tercera mayoría que pide un rol más relevante del gobierno en la redistribución de la riqueza, detrás de México y Chile.

- 78% de los encuestados resultó contrario al neoliberalismo: 43% dice que el capitalismo tiene defectos que requieren más regulación y reformas, pero el 35% cree que se necesita un sistema diferente. Sólo 8% cree que el capitalismo funciona muy bien sin la acción gubernamental.
- 89% clama por una mayor acción gubernamental en la distribución más uniforme de la riqueza, mientras que sólo 7% no demanda cambio alguno y 2% reclama menos acción gubernamental.
- 64% apoya un papel más activo del gobierno en la posesión o control de industrias importantes, mientras 17% dice que debe mantener el mismo rol que ahora y 13% se inclina por disminuirlo.
- 87% reclama más regulación gubernamental de los negocios, 7% se inclina porque siga igual y 2% pide menos.

Costa Rica está entre las mayorías más favorable al colapso de la URSS entre el público latinoamericano. Los costarricenses son los más proclives a salvar el capitalismo de mercado libre con regulación en su región.
- 52% cree que los problemas del capitalismo se pueden resolver con regulación y reformas, mientras 25% reclama otro sistema y 10% afirma que el capitalismo está bien y más reglas disminuirían su eficacia.
- 61% cree que su gobierno debe adoptar un papel más activo en controlar industrias importantes, 22% cree que el gobierno debe ser menos activo y 13% cree que debe mantenerse sin cambios.
- 82% piensa que el gobierno debe ser más activo en la redistribución de la riqueza, 12% cree que debe ser menos activo y 4% dice que debe seguir igual que en el presente.
- 71% quisieran que su gobierno hiciera más por regular los negocios, mientras 19% quiere menos acción gubernamental y 7% desea el mismo nivel que ahora.
- 63% cree que la caída de la URSS fue algo bueno; 16% cree que fue malo y el 21% no ofreció ninguna respuesta.

México tiene la mayoría más grande de la encuesta que reclama a su gobierno hacer más para distribuir uniformemente la riqueza. Tiene también mayoría mundial en la visión del capitalismo de mercado libre fatalmente dañado como sistema, seguido de por los franceses. Un alto promedio de mexicanos dijo que el gobierno debe hacer mejor su trabajo de control de industrias importantes y regulación de los grandes negocios.
- Un excepcionalmente alto 38% cree que el capitalismo no tiene remedio y que debe imperar un nuevo sistema económico, mientras 40% piensa que el capitalismo de libre mercado está dañado pero puede ser reparado con reformas. Apenas 2% cree que está sano y que las reformas lo volverían ineficaz.
- 61% cree que el gobierno debe asumir un papel mayor en controlar la propiedad de industrias importantes, en comparación con 17% que prefiere un rol menor y 8% que se inclina por el papel actual.
- 92%, la más alta mayoría entre todos los países encuestados, apoya que el gobierno adopte un mayor protagonismo en la redistribución uniforme de la riqueza.
- Una mayoría de 64% estima que el gobierno debe hacer más por regular los negocios, mientras 14% opina que debe haber menos regulación y 9% se inclina porque siga igual que hoy.
- 54% cree que fue bueno el colapso de la URSS, mientras 4% piensa que fue malo y 43% no proporcionó respuesta.

Panamá está en el promedio mundial que aboga por un rol más activo del gobierno en la intervención de la economía. La mayoría apoya un papel más relevante del Estado en la propiedad y control de industrias importantes, la redistribución de la riqueza y la regulación de los negocios. Pero la cantidad de gente que sustenta estas posiciones resulta relativamente baja en comparación con los otros países latinoamericanos.
- 50% cree que el capitalismo de libre mercado está estropeado pero que puede repararse con regulación más apretada, mientras 26% piensa que está fatalmente dañado y 9% cree que ahora funciona bien.
- 63% apoya que el gobierno asuma un papel más activo en el control o posesión de industrias importantes, mientras 21% apoya un rol más pequeño y 7% se inclina porque el mismo papel del presente.
- 80% -también una mayoría aplastante- piensa que el gobierno debe desempeñar un papel más activo en la redistribución de la riqueza, 12% cree que debe tener un papel bajo y 3% dice que debe seguir igual.
- 71% dice que el gobierno debe asumir un papel mayor en la regulación de los negocios, 16% cree que debe haber menos regulación y 5% dice que debe ser igual.
- 47% piensa que la caída de la URSS fue algo bueno, mientras 17% piensa que fue malo y 36% no proporcionó respuestas.

Fuentes:
1)
http://www.bbc.co.uk/pressoffice/pressreleases/stories/2009/11_november/09/poll.shtml
2) http://www.bbc.co.uk/pressoffice/pressreleases/stories/2009/11_november/09/country_findings.pdf

*Ernesto Carmona, periodista y escritor chileno.

Nos quedará algo?

Nos quedará algo?
Lagrimas negras

NOS QUIEREN GOBERNAR

NOS QUIEREN GOBERNAR