jueves, 24 de septiembre de 2009

DEL LOBO UN PELO

lo "unico" que no se dice es que la riqueza en la mayoria de los "mundos" está concentrada en solamente (+ ó -) 10% de los afortunados poseedores de los medios de produccion y sus comensales, llámese congresistas, gerentes, y empleados dorados,... los demas ...a la camisa.

Conclusion: ingreso Per cápita no es igual a "igualdad en al distribuición".

Mientras tanto seguimos discutiendo en las mesas: como le arrancamos al lobo un pelo.

http://www.wharton.universia.net/index.cfm?fa=whatshot&language=spanish


Érase una vez un mundo económico medido por la felicidad de los ciudadanos

El Gobierno francés había encargado hace unos meses un informe a una comisión dirigida por el Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, sobre el progreso económico. Los resultados ya han sido presentados y las primeras conclusiones extraídas sobre el estudio también. "Desde hace mucho tiempo hay un problema con lo que calculamos y con la manera en que utilizamos indicadores económicos, y en particular el Producto Interior Bruto (PIB)”, explicó el presidente de la república gala, Nicolás Sarkozy, el pasado 14 de septiembre, día en el que hizo público el mencionado estudio.

"Durante años las estadísticas han mostrado un crecimiento económico cada vez más fuerte", pero paradójicamente se ve también que "este crecimiento, al poner en peligro el futuro del planeta, destruye más de lo que crea", advirtió Sarkozy. También indicó que "en todo el mundo, los ciudadanos creen que se les miente, que las cifras son falsas y, peor aún, que están manipuladas" y "nada es más destructor para la democracia". El presidente francés se refirió a la manera de elaborar las estadísticas, a la que calificó como "la religión del número", como “una forma de no hablar nunca de las desigualdades".
En la misma línea, los autores del informe -entre los que también figura el también Nobel Amartya Sen- consideran que aunque el PIB "no es erróneo", sin embargo, "se utiliza de forma errónea", en particular cuando aparece como "una medida del bienestar económico".

Rafael Pampillón, profesor de análisis económico del IE Business School, reconoce que la forma en la que se calcula y mide el PIB de los países está “llena de imperfecciones y de defectos”. Así, por ejemplo, señala “su incapacidad para recoger las actividades productivas que se dan en los hogares, o que realizan las amas de casa”.

Para David Murillo, profesor del departamento de Ciencias Sociales e investigador del Instituto de Innovación Social de ESADE Business School, el actual cálculo del PIB es sólo “relativamente” un buen indicador para medir la situación económica de cada país. “Las variables que componen el PIB son cruciales, pero la situación económica de un país se puede medir de una manera mucho más compleja. Todo depende de cómo delimite lo que entiendo por economía. Si, por ejemplo, entiendo que la situación económica debiera corresponderse y por tanto medir la hipotética felicidad de un país veríamos como incrementos del PIB no se corresponden necesariamente con incrementos del nivel de felicidad de sus habitantes. De hecho, la disparidad entre uno y otro continúa siendo notable”, argumenta.

Cambio de medición a nivel mundial
Entonces, ¿a dónde quieren llegar en Francia con estas palabras? Sarkozy propuso a todos los organismos internacionales y a todos los países adoptar nuevos parámetros para medir la producción económica. La comisión del estudio sugirió una serie de mejoras en la forma de determinar el PIB. Propuso tener en cuenta el bienestar de la población y la sostenibilidad de la economía, así como los recursos naturales de un país.

Los economistas que han trabajado en este asunto lanzan una docena de recomendaciones como "evaluar el bienestar material analizando los ingresos y el consumo más que la producción", que encubre muchas disparidades. También se apuesta por medir la situación de los individuos en función de su categoría y no como media nacional, es decir, evaluar el impacto de la inflación o de la evolución del poder adquisitivo para cada grupo socio-económico.

Sobre la calidad de vida, estiman que no hay que limitarse a contabilizar la dimensión material de la riqueza, sino también las relaciones sociales, las vacaciones, el tiempo libre, el ambiente político o la inseguridad, que sirven para calcular la satisfacción de cada cual. Respecto al desarrollo sostenible, el estudio sugiere la necesidad de crear indicadores monetarios para poder estimar, además de la disminución de la producción inmediata como consecuencia de una catástrofe natural, la "depreciación del capital natural o físico" que tendrá consecuencias para las generaciones futuras.

Sarkozy ha pedido a las instancias nacionales competentes que modifiquen el aparato estadístico francés. Según explicó, el INSEE, el instituto nacional de estadística francés, incorporaría los nuevos indicadores a sus cálculos. Pero el presidente galo se propone hacer campaña más allá de sus fronteras para que todos los organismos y países se sumen a su iniciativa.
Pampillón explica que lo que se pretende, a grandes rasgos, es “incluir en la medición del PIB el nivel de bienestar de los ciudadanos de un determinado país o región económica”. “En el PIB actual se miden un montón de variables que no generan bienestar”, asegura. Para dejar este concepto claro, pone como ejemplo que "los atascos de tráfico pueden incrementar el PIB, puesto que suponen un aumento del consumo de gasolina, pero no el bienestar de las personas porque estás se enfadan cuando se encuentran paradas en la carretera".

Este profesor de la IE Business School comenta que “lo que más asusta del informe francés es que son muy difícil de medir muchas de las variables que apuntan como imprescindibles para contabilizar la economía de los países”. “Cada año medir todo lo que se pretende y que todos los países lo hagan del mismo modo para poder comparar datos es demasiado complejo”, observa. Sin embargo, Pampillón apunta que en la actualidad existe el Índice de Desarrollo Humano (IDH), como un indicador importante de bienestar de los países y que está en la línea que han dibujado Stiglitz y compañía. “Es muy sencillo de calcular, tiene aceptación mundial porque lo elabora un organismo como la ONU para todos los países, y en él se puede ver cómo las economías mejoran su desarrollo humano”, argumenta. El Índice de Desarrollo Humano (IDH) es una medición elaborada por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) por países y que se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: la sanidad (esperanza de vida); la educación (tasa de alfabetización de adultos y la tasa bruta combinada de matriculación en educación primaria, secundaria y superior, así como los años de duración de la educación obligatoria); y el nivel de vida digno (medido por el PIB per cápita).

En opinión de Murillo, “el PIB no puede capturar ni captura elementos sociales y medioambientales que son la base del crecimiento futuro de una economía. La contaminación del propio territorio, la cohesión social, el nivel de formación de la fuerza de trabajo, la calidad del funcionamiento de los servicios sociales o la fortaleza de los lazos interpersonales de una sociedad son también elementos centrales del crecimiento económico. La gran dificultad actual es que avanzamos a pasos de gigante hacia una economía de los intangibles mientras nuestros indicadores sólo miden y deficientemente los bienes tangibles”. A pesar de todo, Murillo considera que “sin duda, podemos complementar las variables macroeconómicas actuales con las que ya existen para medir las anteriores”, ya que “índices como el IDH ya han abierto el camino”, asegura.

Los otros factores a tener en cuenta
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recibió el informe con satisfacción. "Los recursos económicos no son todo lo que importa en la vida de las personas", dijo el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría.
En el hipotético escenario en el que se siguieran a nivel internacional las directrices del estudio patrocinado por la segunda economía de la zona euro para medir el PIB, ¿cuáles serían las consecuencias? Una de los efectos derivados sería la mejora al instante del rendimiento económico de Francia, al incorporar a los cálculos su excelente sanidad, su caro sistema de bienestar y sus largas vacaciones. A su vez, los cambios reducirían la producción económica de EEUU.
Los expertos que han participado en el informe señalan que si se siguieran sus recomendaciones se reduciría la diferencia entre el PIB francés y el PIB estadounidense per cápita como mínimo a la mitad. Actualmente, el PIB estadounidense per cápita es un 14% más alto que el de Francia. Pese a que la comisión no calculó los efectos de sus propuestas en otros países, Stiglitz explicó que los cambios implicarían “una serie de importantes ajustes”. EEUU destina el 15% de su PIB a su sistema sanitario y Francia el 11%. Pero si el PIB reflejara los resultados y no sólo las aportaciones financieras, sólo ello reduciría el PIB per cápita en un tercio.

¿Un nuevo orden económico mundial?
Murillo cree que es “probable” que ocurriese esto que menciona el estudio. “Si incluimos, por ejemplo, el nivel y cobertura de la atención sanitaria y las vacaciones pagadas con las que cuentan los trabajadores franceses (¿no es eso desarrollo económico?) no me cabe ninguna duda que sería así. Y si además se incluyen otras variables como la integridad personal o el derecho a una vida libre y con oportunidades...”.

Los países europeos ganarían mucha fuerza con las mediciones del PIB que propone Francia por su desarrollo de los servicios públicos o su preocupación medioambiental”, afirma Pampillón, que cita a las listas elaborados por el IDH como reflejo del nivel que alcanzarías algunos Estados del Viejo Continente en un nuevo e hipotético orden económico mundial.
En el último IDH, correspondiente a los años 2007 y 2008, tres países europeos, ocupan los primeros lugares a nivel mundial. Islandia encabeza la lista, seguida de Noruega y Austria. Canadá ocupa el cuarto lugar e Irlanda el quinto. Siguen por este orden: Suecia, Suiza, Japón, Países Bajos y Francia. A la primera potencia económica mundial por PIB, Estados Unidos, hay que buscarla en el duodécimo lugar. China, una de las grandes potencias emergentes, llamada a robarle el trono a EEUU, y actualmente con el tercer PIB más grande del planeta –según datos del Gobierno chino correspondientes a 2007-, se encuentra en el puesto 81 del IDH.

¿Cómo afectarían las nuevas mediciones a los países Latinoamericanos? Para Pampillón se trata de una pregunta con una “difícil” respuesta. “En Latinoamérica hay muchísima economía sumergida. En concreto, la economía irregular ronda, dependiendo de los países, el 50 o el 60% del total. Si muchas de estas actividades salieran a la luz con las nuevas mediciones se verían favorecidos, aunque al mismo tiempo, los cálculos de la desigualdad les harían perder muchos puestos, como le ocurre a China”, explica. En el último IDH, hay que irse hasta la posición 38 para encontrar al primer país suramericano, que es Argentina. Chile está un poco más abajo, en el puesto 40, México en el 52 y Brasil en el 70.
En opinón de Murillo, “para muchos de los países considerados en vías de desarrollo hay otros indicadores que son determinantes para su crecimiento económico: calidad democrática, contención de la corrupción, respeto al estado de derecho, seguridad jurídica o distribución de la riqueza son fundamentales. El problema con la obsesión con el PIB es que situamos nuestros principales esfuerzos en incrementar su magnitud poniendo en segundo término otros indicadores probablemente más importantes para generar las bases de un verdadero crecimiento. La pregunta de fondo detrás de este debate es: ¿Cuál debe ser el norte detrás del cual pongamos nuestros esfuerzos en materia de política económica? Con la actual brújula ya hemos visto hasta donde hemos llegado. ¿Podemos hacerlo mejor a partir de ahora? Sin duda que sí. Al fin y al cabo, la civilización occidental se ha caracterizado por su capacidad de corregir errores y plantear mejoras sobre lo que existe”, concluye.

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