jueves, 10 de diciembre de 2009




Wendy y Obama

Wendy Elizabeth Avila nació en Tegucigalpa, el 28 de junio de 1985, bajo una lluvia de cenizas melancólicas.
Barack Hussein Obama nació en Honolulu el 4 de agosto, bajo un carnaval de colores asiáticos, en 1961.
Wendy fue a una escuela pública. Pobre como sus compañeros, en sus brazos siempre cargó cuadernos con la palabra esperanza escrita en mayúsculas.
Obama fue a la prestigiosa Harvard Law School, con sus emparedados ricos en proteínas de la magistratura.
Wendy cada día asistió a los arrabales tristes de Tegucigalpa, para alfabetizar niños y niñas.
Obama asistió a las campañas donde fue elegido senador por Illinois, para encontrar el alfabeto de la fuerza irracional del poder.
Wendy se matriculó en una universidad de Honduras para ser abogada y ayudar a los que tienen sed de justicia.
Obama fue profesor de derecho constitucional en la Universidad de Chicago, para enseñar a los que tienen hambre de demagogia y marketing.
Wendy alcanzó su máximo honor al ver niños felices con el diploma de que ya sabían leer y escribir.
Obama alcanzó su máximo honor al llegar a ser el primer presidente negro, así escribió su destino e historia para los que no saben leer en el imperio.
Wendy estaba en su casa viendo por la ventana el cielo húmedo y pensando en su cumpleaños cuando escuchó las balas del golpe de Estado.
Obama estaba desayunando patatas con maní cuando se dio cuenta de la transición constitucional de Honduras.
Wendy cerró sus ojos, abrió la puerta y salió en busca de respuestas.
Obama abrió la ventana de la oficina oval y salió volando con Supermán para inventar preguntas.
Wendy de inmediato se integró al Frente Nacional Contra el Golpe y salió en busca de justicia, democracia y, sobre todo, paz.
Obama juró como el cuadragésimo cuarto presidente de Estados Unidos de América y de inmediato se integró a la marejada de guerras en Afganistán e Iraq.
Wendy caminó cada día sin descanso ante el bloqueo criminal de las calles de Tegucigalpa.
Obama caminó por los jardines de la Casa Blanca sin preocuparse por el bloqueo criminal a Cuba.
Wendy, en las luchas encarnizadas, sin más armas que la paz, se enfrentó a los dueños del país y de las armas y la atacaron con lanzagranadas y cañones.
Obama se comprometió a enviar 40 mil hombres con cañones a Afganistán.
Wendy vio una flota de bárbaros frente a sus ojos y pidió paz.
Obama ordena que continúe la IV Flota vigilando América Latina y el Caribe.
Wendy sigue de pie, día a día con sus bases pacíficas de lucha en busca de paz en las calles del terror.
Obama lleva sus bases militares a Colombia.
Wendy no cierra la esperanza por la paz.
Obama no cierra Guantánamo por el horror.
Wendy nuevamente choca contra las armas de humo y gases.
Obama lanza cortinas de humo.
Wendy cae por los gases tóxicos lanzados por militares hondureños.
Obama cae aburrido en su sillón, por lo que se dice de Honduras.

Wendy muere en busca de la paz que reclamó cada día; eran las 10 de la noche del sábado 26 de septiembre en Tegucigalpa.
Obama gana el Premio Nobel de la Paz; eran las 5 de la mañana del viernes 9 de octubre en Washington.

Wendy fue velada en el pobre salón de un sindicato por sus compañeros de lucha.
Obama celebró su medalla en los salones dorados de la elite con vinos y quesos que inspiran paz gastronómica.
Wendy creyó en su lucha.
Obama aún no cree en su medalla

ALLAN MCDONALD
En Tegucigalpa
(Publicado en Punto Final, edición Nº 697, 30 de octubre, 2009. Suscríbase a PF, punto@interaccess.cl)

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